Son nombrados por el Obispo diocesano. Se ocupan del buen desempeño de los estudios de cada seminarista. La dedicación de los seminaristas al trabajo intelectual, debe ser considerada un criterio de discernimiento vocacional y una condición para el crecimiento gradual en la fidelidad a las responsabilidades ministeriales del futuro. Por eso su labro radica en la guía a los seminaristas hacia la unidad del saber, que encuentra su plenitud en Cristo, Camino, Verdad y Vida. (Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, 140-142).